Una vez a la semana, invariablemente los viernes, nos reunimos unos
cuantos amigos para echar unas manitas de póquer. Unos cuantos quiere decir cuatro. A saber: Segismundo Amis, Tonto
el que lo escribe, El que escribe para olvidar y El abajo firmante (es decir,
un servidor de ustedes; o sea, yo y yo y yo y solamente yo y nadie más que yo;
aunque a veces no sé muy bien si firmo abajo o si firmo arriba).
Nos conocemos de toda la vida. Vamos, como si nos hubiésemos parido. No
conseguimos engañarnos ni con las caras de póquer ni con las falsas muecas ni
con los más deslumbrantes faroles. Por eso siempre terminamos ni ganando ni
perdiendo. Tampoco es que las apuestas sean nada del otro mundo, no crean. En
mi otra partida semanal -la que juego con mi sombra, mi reflejo y el reflejo de
mi sombra (o tal vez sea la sombra de mi reflejo, que nunca lo tengo muy claro)-
las apuestas sí que van en serio.
Con lo que no hemos ganado ni perdido nos vamos de copas. A escote. Y
como ya estamos bastante talluditos para hablar de mujeres (nos horrorizan los
viejos verdes) y además da la casualidad de que los cuatro tenemos el vicio de
emborronar papeles, siempre terminamos hablando no tanto de lo que escribimos como
de lo que quisiéramos escribir.
El que escribe para olvidar lo hace tan rematadamente bien que al final
nunca se acuerda de lo que escribe. Tonto el que lo escribe es una especie de
Sócrates de pacotilla, siempre tonteando con sus tontas breverías o sus breves
tonterías. Segismundo Amis es el más fantasioso, el más soñador, el Antoñita la fantástica del grupo;
asegura con toda seriedad que tiene dos proyectos entre manos: un libro de
poemas titulado VersoSinversos (ya
podrán imaginar ustedes) y otro de no se sabe qué (por mucho que lo intenten no
podrán imaginarlo) titulado ArgumentOrio.
(No saben cuánto lo lamento, pero El abajo firmante se ha quedado sin
espacio para hablar de su libro. Sólo le queda algo más de una línea para
agradecer a sus amigos que, por esta vez, le hayan ayudado a resolver su gran
problema semanal: qué diablos o demonios escribir en la columna de los viernes.)
Qué a toda madre han de ser tales tertulias; un saludo para el cuate ese Segismundo Amis; tal vez algún día no muy lejano termine su libro de poemas VersoSinversos,o el ArgumentOrio.
ResponderEliminarSiempre he dicho, maestro Amat Gomar, que tienes muy bien definido, para el buenhacer de las letras, el concepto aquel de: variedad en la unidad y unidad en la variedad. Felicidades, Un saludo desde México, la tierra del tequila y el mariachi (al menos en otros tiempos, porque ahora es la de la sangre corriendo como hilillos de agua de lluvia por las calles, caminos y brechas).
Muchas gracias, mi querido Volivar, por tus amables comentarios. Espero poder seguir sorprendiendo a tu carnal el señor director de Periódico La Verdad con la diversidad, dentro de la unidad, de mis textos.
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