viernes, 17 de julio de 2015

Nostalgia

Hubo una época en la que yo era capaz de volar. Veía alejarse la tierra bajo mis pies y acercarse las nubes hasta tenerlas al alcance de la mano. Asomado a cualquiera de ellas, contemplando el panorama a vista de pájaro, veía cumplida una de mis ilusiones incumplidas: me habría gustado ser cartógrafo (bueno, entre tantas otras ilusiones incumplidas también he tenido siempre la de ser pianista). Puestos a pasar la vida en una oficina, inclinando la cabeza sobre una mesa llena de papeles o quemándome los ojos frente a una pantalla de ordenador, que al menos lo que tuviera delante hubiesen sido mapas. Ésa fue siempre mi mayor ilusión. Incumplida, ya digo. Como tantas otras.
Saltando de nube en nube llegaba a conocerse a gente muy interesante y muy variada, gente que parecía razonablemente feliz, gente que incluso resultaba ser inteligente (ente, ente). No como esa gente de caras fúnebres y somnolientas que uno encuentra en los autobuses, en los trenes de cercanías o en el metro. Gente que tal vez lleve en el alma un Bartleby o un lector de Le droit à la paresse pero que no puede evitar llevar en el cuerpo un galeote. Y eso en lo que, no sin amarga ironía, podríamos llamar los buenos tiempos. Porque ahora ¿quién no daría lo que fuese con tal de tener un remo al que poder encadenarse?
Pero estoy poniéndome sociológico, cuando en realidad lo que me siento es nostálgico, melancólico y hasta diría -por el vaso de whisky que tengo en la mano- que alcohólico.
Saltando de nube en nube también era posible conocer muchas ciudades: Madrid, París, Lisboa, Londres, La Habana, El Cairo... Y Barcelona; sobre todo, Barcelona. Cuando aún era Barcelona y todavía no era Barcelona. (No obstante, allí quiero que sean dispersadas mis cenizas, en un vuelo póstumo desde lo más alto de una fuente en un parque.)
Nunca necesité hacer nada especial para volar (nada de aleteos de manos y pies o cualquier otra tontería por el estilo). Por eso ahora no sé qué hacer para volar de nuevo. Lo quisiera; pero sé, sencillamente lo sé, que ya no puedo. Sólo me queda el recuerdo y la nostalgia de aquella época en la que era capaz de hacerlo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario