Vanidad de vanidades: Tonto el que lo escribe

domingo, 17 de mayo de 2015

Tonto el que lo escribe

§ (Deseos reprimidos.) Una aplicación que nos permitiera hacer estallar un móvil cuando viésemos a su portador mensajeando (sí, señor DRAE; ¿o prefiere usted whatsappeando?) por la calle sin mirar por dónde anda.

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Al lector

Ecce homo: Aunque no guardo memoria del suceso, parece ser que vine al mundo en Valencia el año de gracia de 1949. Aunque nunca he ejercido la carrera, soy licenciado en Filología Hispánica por la universidad de mi ciudad natal. Aunque no me siento orgulloso de ello, no tengo más remedio que confesar que, en lugar de vender mi alma al diablo y haber intentado ser escritor, la vendí a Dios y he pasado la mayor parte de mi vida vegetando en una oficina bancaria. Ahora, por fin, desde abril de 2011 (y dicen que es el mes más cruel), soy un hombre relativa, moderada y razonablemente libre.

Instrucciones de uso: Encontrará el lector, además de la página principal, varias páginas adicionales (si un par de ellas están subdivididas en I y II es únicamente por razones de espacio, pero en cada uno de esos dos casos se trata de una única obra). Se recogen en ellas lo que hasta el presente vendrían a ser mis Obras incompletas (ya se encargará la biología en un futuro, mejor cuanto más lejano, de colgarles el cartel de Completas). Son obras ya concluidas (al principio de la página correspondiente se da una somera información sobre cada una de ellas), por lo que estas páginas no registrarán nuevas entradas. Lo que no descarto son futuras incorporaciones de nuevas páginas. Pero eso también lo dirá el tiempo. A lo antedicho cabe hacer una excepción parcial: Tonto el que lo escribe, como se dice en su texto de introducción, es una obra que seguirá creciendo, pero las nuevas entradas se irán registrando en la página principal, sin periodicidad definida, y serán recogidas en una etiqueta homónima. En cuanto a etiquetas, siempre sin descartar posibles novedades futuras, encontrará muy pronto el lector Columnas y Artículos, que recogerán los otros dos tipos de textos que por ahora tengo en proyecto. Las columnas serían textos muy breves, de una extensión de aproximadamente 30 líneas de Word. Los artículos serían algo más extensos, más o menos el doble que las columnas. La periodicidad, sigo hablando en proyecto, sería semanal para las columnas (quizá quincenal en principio) y mensual para los artículos (quizá quincenal en el futuro). Pero como de momento poco puedo prometer, pues eso, que poco prometo. Y que sea el tiempo el que siga hablando.

Coda: Sólo quiero que me lean (dulcifiquemos la frase: sólo querría que me leyeran). Aunque sólo sea por vanidad (¿empieza a entenderse el título de esta ventana al mundo?). Y es gratis (confieso, padre, que si mis escritos hubieran merecido la publicación en papel es muy posible que ahora no estuviera aquí, torturando al lector, obligándole a quemarse la vista leyendo en una pantalla). Empiezo a terminar. “En una adivinanza cuyo tema es el ajedrez, ¿cuál es la única palabra prohibida?”, dejó escrito Borges en alguna parte. Adivine el lector cuál es la palabra que a lo largo de este prefacio he logrado evitar. Sí, esa misma. Esa fea palabra (como feos son sus derivados) que el DRAE, con una quizá insensata laxitud, ha aceptado ¡sin cursivas! en su vigésima tercera edición. (¿Y eso lo dice usted, que jamás pondría reparo alguno a fútbol o córner, por no poner otros ejemplos, y que nunca, nunca jamás escribiría saque de esquina, por poco económico, ni balompié, por muy cursi?). Y (sí, ahora lo puedo prometer y, por lo tanto, lo prometo) termino ya. Observo que, quizá de manera inconsciente, he dado a este prefacio el mismo título que dio Baudelaire al poema introductorio a sus inmarcesibles Fleurs du mal. Quizá eso te ayude, hipotético lector (-mon semblable, -mon frère!), a acabar de entender el título, Vanidad de vanidades, que lleva esta ventana. Aunque en principio había pensado en otro: Un cadáver más, qué importa al mundo. Pero al final me pareció demasiado largo.

A 7 de mayo de 2015.

Adenda del 31 de diciembre de 2015: Con esta fecha Tonto el que lo escribe ha completado su crecimiento y ha decidido echarse a andar por la vida convertido en un libro de tomo y lomo, por lo que se incorporan también a su página homónima las tonterías que desde principios del mes de mayo se habían ido publicando en la página principal.

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domingo, 17 de mayo de 2015

Tonto el que lo escribe

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