§ No sé —y la verdad es que ni
me importa— si soy el bárbaro que desprecia lo que ignora o el civilizado que
piensa que no hay mejor desprecio que no hacer aprecio, pero confieso, sin
rubor alguno, que no he presenciado ninguno, absolutamente ninguno, de los
debates que han tenido lugar durante la presente campaña electoral. El lector
que se considere libre de pecado, que me arroje la primera piedra.
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